Perdonen el título emulando al famoso Pera de Getafe, pero no son horas. Para un periodista no debe haber nada más frustrante que escribir un artículo de opinión sobre un personaje público y que éste decida, unas horas antes de publicar el texto, llevarse por delante la motocicleta de un agente de la autoridad, darse a la fuga por la calle más emblemática de España, esconderse en su casa y enviar a la Guardia Civil a resolver el asunto. Pero son cosas que pasan cuando uno vive en el mismo país que Esperanza Aguirre.
Este jueves, Esperanza Aguirre cometió un primer error, que podría haber sido el único, al detener su coche en el carril bus de la Gran Vía, una maniobra sólo asumible por el FBI y que dice muy poco de su cordura. Y, en consecuencia, los agentes encargados del tráfico deciden multarla. Pero hasta eso podría haber tenido un pase, viendo los esperpentos que otros compañeros suyos de partido han llegado a ejecutar al volante. Y un genio político como ella podría haberlo convertido en un gesto más de campechanía.